Homily for the Fifth Sunday of Lent
Ezekiel had a flare for the dramatic.
So much so that, if Steven Spielberg were Catholic,
I’m sure that he’d take Ezekiel as his patron saint.
Why?
Because Ezekiel’s prophetic visions
are ready-made for the big screen.
Imagine, for instance, a movie about a destroyed city:
abandoned buildings,
busted glass,
crushed vehicles,
empty streets,
parched deserts…
a valley full of bones.
That’s what we’d expect in a movie by Steven Spielberg
And that’s what we find in the Book of Ezekiel.Only Ezekiel does Spielberg one better!
Today’s reading from Ezekiel begins with a camera panning across a desert ridge down to a valley bones.
But this is not Science Fiction. This is not Hollywood. This is the Word of God.
As we stare at those bones, we hear a Voice.
“Oh, my people!I will open your graves and have you rise from them.I will place my spirit within you so you can live again.I have promised and I will do it, says the Lord.”
Yet, this was but one of his many visions.
Soon Ezekiel is caught up in another ecstasy,another vision,
where he sees a new Templewith water streaming out from every doorway.
In this vision,the water rises, first to his ankles,
then to his knees, then to his chest…and then it out into the desert.
The streams become a great river
and along the banks of the River of Life
sprout trees with enough fruit for everyone to eat
and whose leaves are full of medicine and healing
for all who were sick and dying.
And, in this vision, the Word of God informs him that,
in God’s good time,
there would be no more deserts,
no more dry bones
and no such thing as death…Ever!
Which of these two vision captivate us the more?
Are your eyes squinting down upon the valley of bones
or are they full of wonder as the water rises
and soaks into your clothes
and cools your skin?
______
At this week’s Lenten reflection,
we discuss these two visions of the prophet Ezekiel.
One person mentioned that these two visions reminded her
of her journey through the desert of Lent and how,
at the end Lent, she planned to go to Confession.
She then described what her Confession would be like.
With confidence, she told us that her Confession
would feel like cool, cleansing water
after a long day of laboring beneath the hot, desert sun.
Then another participant spoke up.
She told a story about being away from the Church for many years.
Then, when she returned, she went to confession.
It was an experience she will never forget.
The tears streamed from her eyes.
In relief and gratitude,
she simply could not stop crying.
______
This month, at the South by Southwest Film Festival,
there will be an independent film released called “Thy Kingdom Come.”
In this film, people from a small town in Oklahoma
allow themselves to be filmed while going to confession.
The confessions are not real confessions,
in the sacramental sense of the word.
They are not filmed inside an actual church,
the priest in the film is not a real priest.
And the people in the film are not Catholic.
But they agreed to be filmed
because they were carrying the weight of heavy burdens.
And this was a chance to have someone to simply listen
as they spoke about things that weighed on their hearts.
A tearful mother recounts how,
while she was napping once on the couch after a grueling nightshift,
one of her children accidentally drowned.
An emaciated woman battling cancer
tells the man acting as a priest
that her son is the only thing keeping her alive.
Another woman tells of being sexually assaulted
by men she had considered friends.
She says, “I don’t think much of myself, and I never have.”
This film reminds us that there are a lot of people
out thereare carrying around a whole lot of pain.
This filmalso reminds us that,
without the experience of forgiveness
—not only of other people, but of oneself—
the weight of all that suffering
just gets heavier.
How fortunate you and I are,
as Catholics,
to experience the Sacrament of Confession,
the first gift given to the Church
by the Risen Church.
“Those whose sins you forgive
are truly and fully forgiven,”
he said to the apostles on Easter Sunday.
“Come to me,” says the Lord,
all you who are weary and heavily burdened,
and I will give you rest.”
In another place he says,
“Come to me, all you who thirst,
and I will give you life-giving water.”
Here, in the holy sacraments, Christ extends his arms to you.
He extends his arms in welcome.
He extends his arms in forgiveness.
He extends his arms in love.
“Come out of the darkness of sin,” he pleads.
“Come out of your tombs.
Step out of the darkness!
Come to me.
And I will give you life!”
Homilía para Domingo 5 de Cuaresma
Ezequiel tenía una inclinación por lo dramático.
Tanto es así que,
si Steven Spielberg fuera católico,
estoy seguro de que tomaría a Ezequiel como su santo patrón.
¿Por qué?
Porque las visiones proféticas de Ezequiel
están listas para la pantalla grande.
Imagínese, por ejemplo, una película sobre una ciudad destruida:
edificios abandonados,
vidrios rotos,
vehículos aplastados,
calles vacías,
desiertos secos...
un valle lleno de huesos.
Al mirar esos huesos, escuchamos una Voz, la Palabra de Dios:
"¡Oh, mi gente! Abriré tus tumbas y te levantaré de ellas. Colocaré mi espíritu dentro de ti para que puedas vivir de nuevo.Lo he prometido y lo haré, dice el Señor.”. Sin embargo, esta era sólo una de sus muchas visiones.
Esto no es ciencia ficción. Esto no es Hollywood. Esto es la Palabra de Dios.
También, Ezequiel tuvo otra visión.
Vio ante el nuevo Templo en donde salía agua en cada una de sus entradas...
y en esta visión, el agua subió, primero a sus tobillos,
luego a sus rodillas,
luego a su pecho... y luego hacia el desierto.
Las corrientes se unieron y se convirtieron en un gran río
y a lo largo de las orillas del río de la vida
brotaron árboles con suficiente fruta para que todos pudieran comer
y cuyas hojas estaban llenas de medicina y curación
para todos los que estaban enfermos.
¿Cuál de estas dos visiones nos encontramos?
¿Dónde estás? ¿Estas caminando a través de la arena del desierto
con vistas a un valle de huesos
O te encuentras nadando en un el río de gracia
que fluye desde el Templo de Dios?
En la reflexión cuaresmal de esta semana,
discutimos estas dos visiones del profeta Ezequiel.
Una persona mencionó que estas dos visiones le recordaron
de su viaje por el desierto de la Cuaresma y cómo,
al final de la Cuaresma, ella planea ir a la Confesión.
Luego describió cómo sería su Confesión.
Con confianza, ella nos dijo que su confesión
se sentiría como agua limpia y fresca
después de un largo día de trabajo
bajo el cálido sol del desierto.
Luego, otro participante habló.
Ella nos contó una historia acerca de estar lejos de la Iglesia por muchos años.
Luego, cuando ella regresó, se fue a confesar.
Fue una experiencia que nunca olvidará.
Las lágrimas brotaron de sus ojos.
En alivio y gratitud,
ella simplemente no podía dejar de llorar.
Hay una película independiente que se llama "Venga a Nosotros Tu Reino".
En esta película, personas de un pequeño pueblo de Oklahoma
permitirse ser filmados mientras van a la confesión.
Las confesiones no son confesiones reales.
No están filmados dentro de una iglesia,
el sacerdote en la película no es un verdadero sacerdote.
Y las personas en la película no son católicas.
Pero aceptaron ser filmados
porque llevaban el peso de pesadas cargas.
Y esta era una oportunidad de tener a alguien que simplemente escuchara
mientras hablaban sobre cosas que pesaban en sus corazones.
Una madre llorosa cuenta cómo,
mientras dormía una siesta en el sofá
después de un agotador turno de noche,
uno de sus hijos se ahogó accidentalmente.
Una mujer demacrada, luchando contra el cáncer,
le dice que su hijo es lo único que la mantiene viva.
Otra mujer dice haber sido agredida sexualmente
por hombres que ella había considerado amigos.
Ella dice: "No pienso mucho de mí mismo, y nunca lo hice".
Esta película nos recuerda que hay mucha gente
ahí están llevando mucho dolor.
Esta película también nos recuerda que,
sin la experiencia del perdón
-no solo de otras personas, sino de uno mismo-
el peso de todo ese sufrimiento
solo se pone más pesado.
Qué afortunados somos tú y yo,
como católicos,
experimentar el sacramento de la confesión,
el primer regalo dado a la Iglesia
por el Cristo Resucitado.
"Aquellos cuyos pecados perdonas
están perdonados verdadera y completamente "
dijo a los apóstoles el Domingo de Pascua.
"Ven a mí", dice el Señor,
todos ustedes que están cansados y agobiados,
y yo te daré descanso ".
En otro lugar, dice,
"Vengan a mí, todos ustedes que tienen sed,
y te daré agua vivificante ".
Aquí, en los santos sacramentos, Cristo extiende sus brazos hacia ti.
Él extiende sus brazos en bienvenido.
Él extiende sus brazos en perdón.
Él extiende sus brazos en amor.
"Sal de las tinieblas del pecado", El suplica.
"Sal de tus tumbas.
¡Sal de la oscuridad!
Ven a mí.
¡Y te daré la vida!”