November 16, 2011

Martin Sheen’s Pilgrimage in “The Way”

Martin Sheen in "The Way"

The Way, a new movie written and directed by Emilio Estevez, starring his father Martin Sheen, had me from the moment the main character arrives in St. Jean Pied de Port, France, to identify the body of his son who has died in an accident while traveling. It’s a sad set-up, to be sure. But what really got me was the PyreneesMountains scenery around the town where pilgrims begin the 500-mile walk to the shrine of St. James in Santiago de Campostela, Spain, resting place of the apostle’s remains, discovered after he was martyred in Jerusalem in 44 A.D.

For people who have dreamed about walking the Camino, the film is the next best thing, not only because of its glorious Pyrenees and Spanish Basque country setting, but because it dramatizes the emotional and spiritual journey pilgrims inevitably take, regardless of religious affiliation. Sheen plays an irascible, lapsed-Catholic ophthalmologist fromSouthern California. Others join him on the journey, each with his own mission. Together they follow the route, getting their official Camino passports stamped in hostels where they stop as they gradually discover truer, deeper reasons for walking the pilgrim’s path.

In real life Sheen, well known for playing President Jed Bartlet on the TV series “The West Wing,” is a devout Catholic and the father of four children, all of them actors. Emilio, his oldest, got the idea of making the film on a family car trip in 2005 roughly paralleling the Camino. He wrote the lead role for his father and based the story partly on a book by Jack Hitt, Off the Road: A Modern-Day Walk Down the Pilgrim’s Route into Spain.

I won’t give away what happens along The Way, except to say that one of the things Sheen’s character learns is why his son loved to travel, and that every trip taken with an open heart can be a pilgrimage.

Camino de Santiago

El Camino de Santiago es una ruta que recorren los peregrinos procedentes de toda España y de toda Europa para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante toda la Edad Media fue muy concurrido, después fue ligeramente olvidado y en la época actual ha vuelto a tomar un gran auge. El Camino de Santiago ha sido declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad; Itinerario Cultural Europeo por el Consejo de Europa y ha recibido el título honorífico de Calle mayor de Europa.

Inicios históricos del Camino

Los orígenes del culto a Santiago en la Hispania romana son desconocidos, pero parece ser que en el año 828 se encontraron reliquias atribuidas al apóstol. Al final del siglo IX se extiende por la Europa cristiana. En el siglo XI el número de peregrinos aumentó considerablemente gracias a contactos culturales entre las naciones europeas.

Descubrimiento del sepulcro

El nombre castellano "Santiago" proviene del latínSanctus Iacobus.

Los orígenes del culto a Santiago en Galicia permanecen en la oscuridad de los tiempos. A finales del siglo VIII se difunde en el noroeste de la Península Ibérica la leyenda de que Santiago el Mayor había sido enterrado en estas tierras, tras evangelizarlas. Así ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo o Paio vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia, (cerca de Padrón). Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de la época romana. El descubrimiento del sepulcro coincide con la llegada al reino astur de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los musulmanes, buscando poder practicar sus creencias religiosas.

Es generalizada la creencia entre algunos estudiosos de que Prisciliano fue enterrado en estos lugares cuando trajeron su cuerpo desde Tréveris (Alemania). Otros dicen que fue enterrado cerca de Astorga (León). Según los primeros, el sepulcro de Santiago puede ser la tumba de Prisciliano;[2] aunque las fechas en las que vivieron uno y otro no coinciden.

Alfonso II el Casto, Rey de Asturias, viajó con su corte al lugar, convirtiéndose así en el primer peregrino de la Historia. Mandó edificar una pequeña iglesia. La noticia se propagó rápidamente. Santiago, tan invocado en el siglo VIII, se manifestaba al fin con la revelación de su sepulcro.

Inicio de la Peregrinación

Aproximadamente a partir de 813 con el hallazgo de las reliquias del apóstol y con el beneplácito de Carlomagno, que quería defender sus fronteras de invasiones árabes, Compostela se convertirá progresivamente en un centro de peregrinaje que recibirá su impulso definitivo durante la primera mitad del siglo XII. Muy pronto, la noticia se extiende por toda la Europa cristiana y los peregrinos comienzan a llegar al lugar del sepulcro, el denominado Campus Stellae, que degenerará en el término Compostela.

Menéndez Pidal opinaba que en cierto sentido se puede considerar al caudillo musulmán Almanzor como el gran revitalizador del Camino y quien provocó su fama internacional. En efecto, los repetidos ataques de Almanzor sobre los reinos cristianos españoles llegaron a inquietar a los monjes de la abadía benedictina de Cluny, en aquel momento el más importante centro del cristianismo europeo. Religiosos vinculados a Cluny elaborarán el Códice calixtino y la Historia compostelana y los reyes españoles favorecerán en todo lo posible la constitución y proyección de una red de monasterios cluniacenses en el norte de España y singularmente alrededor del Camino. Esa política está íntimamente relacionada con el deseo de los monarcas españoles de romper con su aislamiento respecto de la Cristiandad mediante lazos dinásticos, culturales y religiosos.

Muchos de los primeros peregrinos procedían de regiones de Europa pioneras en la aportación de novedades musicales. Partiendo algunos del norte y otros de zonas más céntricas de Francia, habían pasado por lugares de culto, como Chartres y Tours. Allí pudieron escuchar las melodías que todo el Occidente cristiano consideraba el verdadero legado del papa Gregorio. Poco importaba que aquellos que venían del norte de Italia y que habían tenido que cruzar los Alpes y Pirineos les dijeran que en su lugar de origen el rito litúrgico era más antiguo y venerable que ése al que ellos llamaban romano.

Tampoco importaba mucho que una vez adentrados en territorio hispánico, y reunidos los peregrinos de distintas procedencias en torno a un mismo Camino, hicieran un alto en algún monasterio riojano y allí se les hablase, no sin nostalgia, de una liturgia que no hacía mucho era el elemento unificador frente a las huestes de Alah que desde hacía siglos ocupaban buena parte del solar hispano.

En esos monasterios riojanos y castellanos aún se miraría con recelo a aquellos caminantes que se dirigían a Campus Stellae. Precisamente siguiendo esa ruta había entrado el principal enemigo del rito hispano. Por la ruta jacobea se fueron contaminando las antiguas ceremonias y costumbres para que aquellos que venían de regiones remotas pudieran entender algo del culto que escuchaban. Tanto es así, que ante los deseos unificadores de Alfonso VI, se abolió el rito autóctono en beneficio de la liturgia llamada romana.

Consolidación de la ruta jacobea

El número de peregrinos aumenta extraordinariamente a partir del siglo X, cuando la población europea logra salir del aislamiento de épocas anteriores e inicia una serie de contactos e intercambios que, en el campo religioso, llevarán a hacer de la peregrinación la forma más difundida de devoción. Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela serán los destinos más importantes: todos los caminos llevan a Roma. Los cruzados y las ciudades marítimas italianas abren la ruta de Jerusalén. Los monarcas de Navarra, Aragón, Castilla y León facilitan el viaje a Santiago mediante la construcción de puentes, reparación de caminos y edificación de hospitales.

Años más tarde, el carácter apostólico de su iglesia y las riquezas acumuladas gracias a los peregrinos permitirían a un obispo emprendedor, Diego Gelmírez, convertir su sede en arzobispado.

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"The Way" is a powerful and inspirational story about family, friends, and the challenges we face while navigating this ever-changing and complicated world. Martin Sheen plays Tom, an American doctor who comes to St. Jean Pied de Port, France to collect the remains of his adult son (played by Emilio Estevez), killed in the Pyrenees in a storm while walking the Camino de Santiago, also known as The Way of Saint James. Rather than return home, Tom decides to embark on the historical pilgrimage to honor his son's desire to finish the journey. What Tom doesn't plan on is the profound impact the journey will have on him and his "California Bubble Life."